Felipe Blanco
La producción fílmica apunta a la propia universidad
Una de las dimensiones hacia las que se entregó el trabajo en el Instituto Fílmico fue la realización de producciones institucionales, que sirvieron como una fuente de ingresos adicionales al financiamiento entregado por la universidad. Si bien ellas estaban circunscritas en el estrecho margen de la creación por encargo y del formato del documental institucional, en los recovecos de esos trabajos a simple vista estandarizados hubo espacios de libertad formal en los que se plasmó una suerte de identidad expresiva.
Ya en el caso de Rafael Sánchez esta dimensión entre la libertad creativa y el ajuste de las narrativas a los propósitos de la imagen institucional puede verse en distintos momentos de su producción como director.
Sin ser un documental institucional, en Las Callampas (1957), por ejemplo, además de observarse la organización poblacional que debe reconstruir sus viviendas a orillas del Zanjón de la Aguada -después del incendio que arrasó con ellas-, se incorpora explícitamente la labor solidaria del Hogar de Cristo en la reconstrucción de las viviendas de esos 30.000 pobladores en La Victoria. Algo similar ocurre con Faro Evangelistas, cuya retórica busca también relevar el trabajo que la Armada de Chile realiza en el extremo sur de Chile, si bien su narrativa se inclina mayoritariamente a la descripción de cierto tipo de vida en alta mar y a la observación de la camaradería entre los tripulantes de los barcos en aquellos momentos de relajo y cotidianidad. La misma dimensión institucional aparece también en Chile, Paralelo 56, en donde la gesta épica que implicó el poblamiento en la zona de Puerto Williams le otorga relevancia al papel de la Armada de Chile en ese objetivo.
Otras realizaciones del Fílmico que cumplieron un objetivo institucional más explícito fueron aquellas realizadas como encargos para compañías como Endesa y Entel. Y la Luz se Hizo, de Agustín Cardemil, combina los detalles históricos del proceso de electrificación del país, con recreaciones abstractas de reuniones, centrando su propósito en destacar la labor de la empresa eléctrica que cumplía tres décadas de existencia en esos años y, especialmente, destacar el papel de la nueva central de Rapel.
En Longovilo, el objetivo es similar en tanto el corto busca dar cuenta de la construcción y el funcionamiento de la estación terrestre de telecomunicaciones de Longovilo, desarrollada por Entel. Su discurso se alinea con el tipo de narración didáctica que utiliza esquemas, mapas, diagramas y maquetas para explicar el estado de las comunicaciones satelitales en Chile a mediados de los años sesenta y situar en ese contexto la labor de la empresa estatal en la construcción de la estación.
También para Entel el Instituto Fílmico realizó Las Nueve Torres, documental que retrata el levantamiento del tramo Santiago-Concepción del sistema troncal eléctrico en Chile y que utiliza los dibujos a pluma de Julio Palazuelos con el mismo fin explicativo y didáctico de otros trabajos del período.
La EAC y la difusión universitaria
Del mismo modo en que el Instituto Fílmico puso su equipo técnico y artístico a disposición de empresas públicas, así también su labor sirvió para promover a la Universidad Católica en sus diferentes áreas. A fines de los años sesenta realizó un breve corto documental para promover su propia gestión e identidad. En Instituto Fílmico UC se explica la labor del centro y se organiza su narración y visualidad a partir de atributos como su modernidad, su modelo educativo en donde los alumnos cumplen, a la vez, labores técnicas en las distintas realizaciones y, especialmente, la calidad de su equipamiento técnico y de laboratorio. La descripción de las distintas tareas que el Fílmico lleva a cabo se realiza con una retórica que potencia la idea de una cadena productiva con labores jerarquizadas y diferenciadas, asimilando así la mecánica creativa del Fílmico con los esquemas de producción en serie de los rubros altamente industrializados.
La incorporación del Instituto a la Escuela de Artes de la Comunicación, poco después de este registro, no modificó la importancia estratégica que la producción audiovisual podía entregar a la imagen externa de la universidad. A partir de 1969 parte de la labor del área de cine siguió siendo la producción institucional y, en el caso de aquellas realizadas para la Universidad, se siguió priorizando el formato de documental por encargo.
Con las mismas implicancias que Instituto Fílmico UC, en abril de 1973 la Escuela produce Institucional EAC, un corto documental de autopromoción narrado en inglés que da cuenta del proyecto EAC centrado en las comunicaciones y en la enseñanza teórico-práctica de cine, teatro y televisión. El institucional describe la labor creativa de las distintas áreas de la EAC, pero le entrega una relevancia mayor al desarrollo televisivo, enfatizando la producción de teleteatros, programas infantiles y series para la pantalla -entre ellas La Sal del Desierto– y también al cine. En este último ámbito, y de manera coherente con los objetivos de promoción, el documental privilegia la producción institucional y destaca la labor asociada a las grandes empresas estatales de producción de energía.
En este caso la dependencia de las imágenes al texto narrado es mayor y se conecta más bien con el viejo formato del noticiero cinematográfico, en donde el papel de las imágenes es el de ilustrar un texto mayoritariamente descriptivo, salvo al final, en donde la aparición de una maqueta del Campus Oriente adquiere propiedades simbólicas como síntesis del desarrollo que la EAC tendría en el futuro.
El Campus Oriente vuelve a ser el centro en otro trabajo institucional. Campus Oriente: Universidad Católica de Chile, de Domingo Garrido, intenta describir la labor de docencia y aprendizaje concentrando las distintas actividades que se registran en un solo día. Después de un prólogo en el que se exhibe de manera seriada pasillos, fachadas, frontis, techumbres, cornisas, escaleras, arcos y pilares, sin establecer otra intención que la puramente descriptiva, la película incorpora paulatinamente la vida universitaria y a partir de ahí la dimensión creativa de los alumnos en diversas áreas -desde artes plásticas hasta periodismo-, y también en actividades extraacadémicas como los encuentros en el casino y la manufactura de los alimentos, la biblioteca y las actividades deportivas.
Tanto por su estructura organizada en temas como por la voluntad de descripción sin establecer una cronología específica, este trabajo se emparenta directamente con obras como El Hombre de la Cámara (1929), de Dzig Vertov, en donde el conjunto de imágenes, a partir de sus propiedades netamente rítmicas, da cuenta de la complejidad y variedad del universo humano y material de la UC. En este caso, los distintos momentos de The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, que acompañan todo el metraje, parecen transmitir una sensación de calma, de alegría, incluso como si se tratara de un mundo aparte, encapsulado en una realidad que pareciera ser sólo suya.
Más adelante, después del Golpe, la labor volcada hacia la propia Universidad suple en parte una reducción en las opciones de documental por encargo. Desertificación en el Norte Chico, realizado en 1975 para el Laboratorio de Ecología del Instituto de Ciencias Biológicas de la UC, expone cifras y observaciones que explican la creciente deforestación en la zona norte del país, que se explicaría menos por las fluctuaciones entre períodos de sequía y humedad que por una demanda productiva de suelo y sus recursos que es superior a su capacidad de regeneración. El documental se divide temáticamente en distintas aseveraciones sobre la situación en la zona que tienen un grado de abstracción conceptual y técnico que no alcanza a ser compensado con las imágenes que las ilustran, a veces de manera genérica actividades de ganado y pastoreo y, en otras, diagramas y gráficos que acompañan las cifras.
Otro ejemplo es Trigo Pan (Tricum Aestivum), dirigido en 1976 por Jaime Rippes, alumno de séptimo semestre, el que promueve acciones desarrolladas por la Escuela de Agronomía UC, y busca deliberadamente un descalce entre la narración que describe los procesos de irradiación artificial para acelerar el crecimiento de los granos de trigo, al tiempo que las imágenes muestran las rutinas de llegada y protocolos de ingreso de un funcionario a una planta nuclear. El corto, de no más de seis minutos, describe en ese contexto el desarrollo de un programa que, a través de modificación genética, busca aumentar la presencia de proteína en los granos de trigo para alterar de tal modo sus atributos físicos para que sean más dóciles al proceso de cosecha.
En Los Vuelos de la Tortuga, de Gerardo Cáceres, pequeña obra realizada en 1977, la intención es registrar el trabajo de los alumnos del taller de adaptación y desarrollo de la Universidad Católica y su trabajo con jóvenes con Síndrome de Down. Su estructura busca acercarse al registro de observación, donde las imágenes buscan dar cuenta del trabajo que en él se realiza, sin la dependencia de una narración en off que la conduzca. Por decisiones narrativas como la superposición de los registros sonoros, el uso de un montaje elíptico donde las relaciones de causa y efecto son más débiles y priorizando una intencionalidad en el uso dramático de la música extradiegética, sus alcances parecen incluso subvertir el género tradicional del documenta institucional para acercarse al terreno de la experimentación.
Mucho más adelante, en 1980, fuera ya del marco de la EAC -y en una figura institucional que se identificó como Fílmico UC-, Rafael Sánchez realiza un documental conmemorativo por las cinco décadas de la Facultad de Medicina de la UC en el que muchas de sus premisas narrativas de los años 50 y 60 han sido descartadas. En Nacimiento y vida, la aproximación al tema central deja de abordarse desde la generalidad y el didactismo de la representación visual y se establece inductivamente desde la cercanía del testimonio concreto. El filme se inicia situándose en una sala de operaciones en los pormenores de una extracción de vesícula y luego salta con un corte directo a la primera experiencia de los estudiantes de medicina para practicar con cadáveres humanos, para recalar más tarde en una clase lectiva donde participan médicos y alumnos por igual y cerrar su introducción con la operación al corazón de un adolescente. En este punto, el trabajo de Sánchez se ha acercado hacia el ensayo y tanto los aspectos puramente visuales como la narración en off son piezas independientes que parecen dialogar sin que se evidencie una dependencia específica entre una y otra. Entre ambas líneas el relato se encamina hacia la reflexión sobre la vida, la muerte y sobre aquello que a la medicina (y a la ética médica específicamente) le compete en esa dialéctica.